CHOLIFICANDO LA ICONOGRAFÍA COLONIAL QUITEÑA
Apropiación y mestizaje de la iconografía colonial quiteña.
Autores:
Sabina Paredes, Mario García, otros...
A partir del "impersonalismo dominante de la escultura quiteña", declarado por José Gabriel Navarro.
Apropiación y mestizaje de la iconografía colonial quiteña.
Autores:
Sabina Paredes, Mario García, otros...
A partir del "impersonalismo dominante de la escultura quiteña", declarado por José Gabriel Navarro.
El
punto es el siguiente, en Quito ha sucedido algo particular; en primera
instancia, en épocas coloniales (S. XVI), gran parte de los artistas que hicieron
arte (religioso) fueron indios y mestizos
“entrenados en competencias” –habilidades y destrezas- por artistas europeos
en la tradición iconográfica de la época (Diego de Robles, Luis de Rivera, Juan de Illescas), produciendo abundantes "copias", muchas de ellas para la exportación, “recordemos que Quito fue en
tiempo de la Colonia el emporio de pintores y escultores, verdadera fábrica de
cuadros y estatuas, que se repartían desde México hasta Chile…”. (Navarro, 2007), tomando como ejemplo la obra de artistas españoles
y criollos y que, si bien esas obras y escultores hoy constituyen parte del acervo histórico cultural de la
capital ecuatoriana, poco significan en el marco del arte apreciado por los
centros culturales dueños del mercado especializado -más allá de su calidad
copista, muchas veces cuestionada, o del discurso diplomático-,
por ello ese arte ecuatoriano tampoco ha sido difundido a través de publicaciones de categoría universal -sino local o regional- develando el ejercicio persistente del poder colonial sobre las prácticas y la misma existencia simbólica del arte en mención. Evidencia bibliográfica considerable.
En
segunda instancia, durante las diferentes etapas del proyecto republicano –aún
operativo- de corte siempre civilizatorio y desarrollista, se propició la
instrucción escolar y académica correspondiente. En ese esfuerzo nuevamente se importaron paquetes
culturales occidentales, entre ellos, órdenes religiosas, eucaliptos y docentes universitarios.
De
esa manera llegaron a Quito tendencias artísticas de última generación para la
época como, por ejemplo, el impresionismo y luego la pintura abstracta o el
constructivismo practicado por Luis Molinari (1929), Araceli Gilbert (1914) y Estuardo
Maldonado (1930), a veces cuestionados por practicar un arte supuestamente
extranjero, dado su aprendizaje en el mundo europeo y norteamericano. Es el caso
de Gilbert:
Vuelta al Ecuador años atrás, ha continuado en su trabajo
de formas conceptuales que le han deparado un amplio reconocimiento crítico. Si
se dice que su obra es extranjera por su formalismo, no es menos cierto que,
mujer de plenitud y de circunstancias, haya afincado en el abstraccionismo su
expresividad plástica por considerarlo el único que se adecua a nuestro tiempo.
(Salvat, J. y Crespo E., 1976)
...en
el año de 1968, el proyecto educativo estatal, mediante la educación pública,
abrió el campo de la educación artística a las capas sociales quiteñas y de
provincias, de origen popular, si bien la práctica artística fue desde mucho antes considerada una actividad "innoble". Capas sociales que competían simbólica y laboralmente
en desigualdad de condiciones con otros sustratos acomodados, social y
económicamente, de origen criollo o inmigrante. De esos muchos soñadores populares,
contados son los que salieron adelante y otros los que a nivel nacional o regional -y
no más- se han visibilizado, en gran medida debido a su pertenencia social
ventajosa, que sin embargo no anula su fundada condición subalterna a la escala
de valores dominante a nivel mundial, aún ubicada en centros históricamente
coloniales. Centros cuya inercia gravita fuertemente -independientemente del
poder real que hoy ostente (Europa)- en otros ámbitos de la vida social global,
como por ejemplo, el económico, -actualmente en franco retroceso-, en
desventaja frente a economías de Asia[1]
y América Latina. Es decir, los valores de la colonialidad contemporánea, se han
internalizado en la mente de la población local y por tanto se ejercen desde
las convicciones del sujeto colonizado, que los ha hecho suyos, y en segunda
instancia desde imposiciones externas; así pues, esa colonialidad actual, opera
mayoritariamente apoyada en el imaginario colectivo (a modo de democracia) que
en la imposición autoritaria aplicada por occidente[2],
creando un ambiente hostil a la propia realidad local, a sus sujetos, a su
corporeidad, creencias, conductas y productos artísticos.
En
este mismo instante la población estudiantil y profesional de origen
educacional público enfrenta n similares condiciones simbólico-sociales, que
dificultan la valoración, validación, visibilización y consumo de sus
propuestas y bienes artísticos en espacios familiares, institucionales, nacionales
y extranjeros. Más allá de la calidad técnica y teórica de la obra que hayan
elaborado, cuenta la posición simbólica que tales sujetos y sus productos
detenten dentro de la estructura social hegemónica. Se debe recordar que son
sujetos considerados de “bajo o medio estrato”, que no pertenecen a círculos
sociales económicamente "pudientes", ni de origen aristocrático, inmigrante o
burgués, y que, además, en buen número, sus cuerpos evidencian el origen étnico de raíz americana.
Es decir enfrentan dificultades graves en tanto el sistema educativo nacional no
resuelva estratégicamente el problema mencionado hacia la implementación de un método
realmente meritocrático que neutralice la dinámica de castas quiteña operante
desde la colonia, superviviente a los matices del proyecto republicano,
resistente a las reformas constitucionales y jurídicas, y mimetizada en el
imaginario colectivo. (García, M., 2013,). Pero no solo de "castas" se compone esta problemática, sino, como bien se entiende en el primer párrafo de este ensayo, de fundamentalmente el apego y la reproducción de grabados coloniales de Arfe y Palomino normativas institucionales (conceptuales-estéticas) traídas del "primer mundo" e impuestas en Quito como parte del paquete civilizatorio contemporáneo. Dando cuenta del desarrollo lógico de un proceso socio-cultural persistente que en suma neutraliza e invisibiliza el potencial artístico quiteño de sus indios y mestizos "alzados".
[1] Posiblemente de ese fenómeno económico, derive otro, reposicionador de
la geopolítica mundial, generado por la aparición de países económicamente
emergentes ubicados en la ya “clásica periferia colonial” (América y Asia),
surja –difícilmente sin embargo- una nueva escala de valores centrada en sus
propias condiciones socioculturales. Pues es sabido que a lo largo del tiempo
la autoridad se ejerce desde el poder social fundado sobre el poder económico a
través del uso de la violencia tanto física como simbólica, representada en las
características étnicas del pueblo dominante o, veladamente, desde la práctica
travestista de sus creencias, conductas y productos culturales.
[2] Por ejemplo, la Academia
quiteña no incorpora dentro de sí ningún paquete de conocimiento o prácticas de
cuña andina; o el arte –en sus diferentes formatos- convoca más cuando presenta
valores estético y conceptuales emanados por occidente y representados por
sujetos originarios de ese contexto; así mismo, por sujetos quiteños
–periféricos en general- que han hecho suyos dichos valores, en un esfuerzo
inconsciente o calculado por obtener beneficio personal, al buen estilo de los
primeros artistas indios y mestizos de la Colonia.
"Virgencitas sincréticas en serie"
Mario F. García
Dicho esto, vale entonces empezar desde el comienzo y por partes:
"Nacimiento indígena"
Sabina Paredes L.
"Ángel indígena"
Sabina Paredes L.
"Cristo indígena"
Sabina Paredes L.
"Virgen indígena"
Sabina Paredes y Mario García
"Virgen indígena" (detalle)
Sabina Paredes y Mario García
Autor indeterminado.
Proyecto en construcción...