SEGUNDO ACTO
91 LATAS CON MIERDA
DE ARTISTAS NACIONALES
(PERFORMANCE-ARTE OBJETO)
AUTOR:
Mario Fernando García
COAUTORES:
Sabina Paredes, Javier León, Nelson Santos, Juan Arellano, Javier Escudero, Hernán Cueva, Jenny Fraga, Fernando Guerrero, Manuel Ortega, Julio Guevara, María Moreira, Daniela Estévez, Cintia Román...
Mario Fernando García
COAUTORES:
Sabina Paredes, Javier León, Nelson Santos, Juan Arellano, Javier Escudero, Hernán Cueva, Jenny Fraga, Fernando Guerrero, Manuel Ortega, Julio Guevara, María Moreira, Daniela Estévez, Cintia Román...
Apropiación y "cholificación" de la obra "Artist´s Shit", de Piero Manzoni (1961).
CITAS DE REFERENCIA:
"Todo lo que sale del artista, es arte"
Piero Manzoni
“Todo lo que escupe el artista, es arte.”
Kurt Switters
“Cada hombre es un artista.”
Joseph Beuys
“Si era un artista y estaba en el taller, entonces cualquier cosa que estuviese haciendo en el taller debía ser arte.”
“Si era un artista y estaba en el taller, entonces cualquier cosa que estuviese haciendo en el taller debía ser arte.”
Bruce Nauman
"Si era un hombre -o mujer- artista y estaba en el taller, entonces cualquier cosa que saliera de mí, escupiera o estuviera haciendo en el taller debía ser arte; a menos que..."
El "campo dominante" del arte (Bourdieu) es emulado inútilmente -a pequeña escala- en la ciudad de Quito (Ecuador), principalmente por parte de sujetos y círculos sociales pertenecientes a las capas más occidentalizadas o en proceso de serlo (estudiantes). Casi todos los artistas locales tratan de establecer empatía con los principios de ese arte, practicando la estrategia de la "mímesis complaciente" ya desde épocas coloniales y republicanas, sin resultados considerables, lamentablemente.
Sobre esa dependencia cultural se ha teorizado ya bastante: Marta Traba (Dos décadas vulnerables de las artes plásticas latinoamericanas) y Juan Acha (Las culturas estéticas de América Latina) constituyen un buen ejemplo de lo mencionado. Oswald de Andrade (1928) nos dijo: "solo me interesa lo que no es mío" en su manifiesto antropófago, dando cuenta y enfrentando el problema con responsabilidad social.
Ahora, sin embargo, su pensamiento crítico al parecer se disolvió en la nada, en el ámbito artístico nacional, dentro del cual los actores sociales ignoran o aparentan ignorar los factores que aún inciden sobre la valoración de su producción artística y sobre su propia significación. Sobre tal significación del artista local ya he hablado en una de mis obras: "El significante es el significado" (Diálogo de Imaginarios, I Expo FAUCE, Centro Cultural Metropolitano, 2011) tratando de comprender y denunciar las reglas del juego del arte local, a ser diferentes formas de simpatía:
a) Simpatizar con los criterios mayoritarios, sociales o de grupo (masas) buscando la inserción -por aceptación- del sujeto dentro de un colectivo, del que luego se obtendrá alguna ventaja útil a su supervivencia. Pues bien, si dicho colectivo supone el aprecio por uno u otro arte, entonces habrá que afiliarse al mismo, como un cardumen, mientras más al centro y menos diferente, mejor.
b) Simpatizar con el "poder social" de élite, para obtener de él el respaldo y aval necesario para poder emerger de entre los "nadies", tal cual lo hacen algunos artistas que conozco. Chupar, bailar, fumar, tomar cafesito y enseñarle los dientes en señal de disimulada sumisión, como buen primate.
c) Simpatizar con los discursos y valores del espacio social occidental y del campo dominante del arte mundial. Y cómo no hacerlo, habría que ser bien bruto o una especie de suicida social, cuando uno de los principios fundamentales es "mantenerse cerca y empático al Poder" y así sobrevivir recogiendo lo que a éste se le cae de la boca.
d) Simpatizar con las estéticas, los modos, las costumbres, los criterios, los sitios, los diálogos, los enemigos y los miedos. Y así tener una calmada, asalariada, normal, larga y autorizada vida. Tal cual los primeros indiecitos que se dedicaron a copiar de los manuales de iconografía religiosa y real traídos de Europa.
El punto es el siguiente: "Occidente", frente a tanta simpatía subalterna -ya tradicional-, se impone por sobre cualquier discurso artístico e impide la emergencia del "arte o artistas periféricos" a ese símbolo, en especial de origen local, más aún siendo de estratos socio-económicos medios o bajos (esto sucede también en la Política, el gobierno lo sabe). Aquí debemos afrontar el hecho de que el "arte culto" nacional, de un tiempo acá está siendo arrebatado por las clases sociales altas esgrimiendo un discurso altamente ilustrado. Un buen ejemplo de lo dicho es la tendencia a premiar la "trayectoria" del artista, que se adorna barrocamente de evidencias eurocéntricas (estudios en el corazón de Europa, participaciones en numerosísimos eventos internacionales, capacidad retórica y discursos racionalistas encriptados) y engorda currículums y catálogos antológicos con los que los artistas de pueblo solo pueden soñar. Ello implica una gran inversión en la educación del artista, en tiempo dedicado al arte y no a la supervivencia salarial, en viajes, gestiones, amigos, fiestas, tejidos y tejidos propios de la clase social alta.
Así pues, el tema del arte parece ser -sobre todo- un asunto de "poder social" y no de "calidad plástica o teórica", como tanto se argumenta hoy en día en un esfuerzo por ocultar la realidad, y parece aún estar atravesado por valores medievales y poscoloniales.
Por ello, en este segundo acto (obra), en un tono satírico, cada una de las 91 latas mencionadas en el título, dialoga con la obra original de Piero Manzoni y sus fundamentos, y son -evidentemente- la parodia de un esfuerzo local hasta ahora inútil por tratar de acceder al circuito mundial del arte en base a la simple e ingenua "mímesis complaciente" de los "hábitos alimenticios" del llamado "primer mundo", sin considerar los factores determinantes de clase, raza y geografía antes descritos (dejando de lado el mercado).
Así pues, como metáfora, los co-autores locales -si es que los hay, caso contrario e de cagarme en todas las 91 latas- de esta obra, habrán ingerido previamente alguno de los correspondientes productos prestigiosos (aceitunas, vino, jamón serrano, camembert, pesto, jd, café valdez, etc.), al tiempo que habrán leído textos teóricos universales, con fondo musical clásico, barroco o alternativo, sentados sobre sillas plegables o su equivalente, frente al mar o paisajes volcánicos, con copa en mano, vistiendo ropa fina o cool, en actitud crítica ilustrada, etc. Para evaluar luego, la "calidad" de su "residuo digestivo" (esto es una metáfora) en relación al proveniente del intestino extranjero, y así establecer objetivamente las características y el valor social a nivel global de la "merda d´artista quiteño".
Sobre esa dependencia cultural se ha teorizado ya bastante: Marta Traba (Dos décadas vulnerables de las artes plásticas latinoamericanas) y Juan Acha (Las culturas estéticas de América Latina) constituyen un buen ejemplo de lo mencionado. Oswald de Andrade (1928) nos dijo: "solo me interesa lo que no es mío" en su manifiesto antropófago, dando cuenta y enfrentando el problema con responsabilidad social.
Ahora, sin embargo, su pensamiento crítico al parecer se disolvió en la nada, en el ámbito artístico nacional, dentro del cual los actores sociales ignoran o aparentan ignorar los factores que aún inciden sobre la valoración de su producción artística y sobre su propia significación. Sobre tal significación del artista local ya he hablado en una de mis obras: "El significante es el significado" (Diálogo de Imaginarios, I Expo FAUCE, Centro Cultural Metropolitano, 2011) tratando de comprender y denunciar las reglas del juego del arte local, a ser diferentes formas de simpatía:
a) Simpatizar con los criterios mayoritarios, sociales o de grupo (masas) buscando la inserción -por aceptación- del sujeto dentro de un colectivo, del que luego se obtendrá alguna ventaja útil a su supervivencia. Pues bien, si dicho colectivo supone el aprecio por uno u otro arte, entonces habrá que afiliarse al mismo, como un cardumen, mientras más al centro y menos diferente, mejor.
b) Simpatizar con el "poder social" de élite, para obtener de él el respaldo y aval necesario para poder emerger de entre los "nadies", tal cual lo hacen algunos artistas que conozco. Chupar, bailar, fumar, tomar cafesito y enseñarle los dientes en señal de disimulada sumisión, como buen primate.
c) Simpatizar con los discursos y valores del espacio social occidental y del campo dominante del arte mundial. Y cómo no hacerlo, habría que ser bien bruto o una especie de suicida social, cuando uno de los principios fundamentales es "mantenerse cerca y empático al Poder" y así sobrevivir recogiendo lo que a éste se le cae de la boca.
d) Simpatizar con las estéticas, los modos, las costumbres, los criterios, los sitios, los diálogos, los enemigos y los miedos. Y así tener una calmada, asalariada, normal, larga y autorizada vida. Tal cual los primeros indiecitos que se dedicaron a copiar de los manuales de iconografía religiosa y real traídos de Europa.
El punto es el siguiente: "Occidente", frente a tanta simpatía subalterna -ya tradicional-, se impone por sobre cualquier discurso artístico e impide la emergencia del "arte o artistas periféricos" a ese símbolo, en especial de origen local, más aún siendo de estratos socio-económicos medios o bajos (esto sucede también en la Política, el gobierno lo sabe). Aquí debemos afrontar el hecho de que el "arte culto" nacional, de un tiempo acá está siendo arrebatado por las clases sociales altas esgrimiendo un discurso altamente ilustrado. Un buen ejemplo de lo dicho es la tendencia a premiar la "trayectoria" del artista, que se adorna barrocamente de evidencias eurocéntricas (estudios en el corazón de Europa, participaciones en numerosísimos eventos internacionales, capacidad retórica y discursos racionalistas encriptados) y engorda currículums y catálogos antológicos con los que los artistas de pueblo solo pueden soñar. Ello implica una gran inversión en la educación del artista, en tiempo dedicado al arte y no a la supervivencia salarial, en viajes, gestiones, amigos, fiestas, tejidos y tejidos propios de la clase social alta.
Así pues, el tema del arte parece ser -sobre todo- un asunto de "poder social" y no de "calidad plástica o teórica", como tanto se argumenta hoy en día en un esfuerzo por ocultar la realidad, y parece aún estar atravesado por valores medievales y poscoloniales.
Por ello, en este segundo acto (obra), en un tono satírico, cada una de las 91 latas mencionadas en el título, dialoga con la obra original de Piero Manzoni y sus fundamentos, y son -evidentemente- la parodia de un esfuerzo local hasta ahora inútil por tratar de acceder al circuito mundial del arte en base a la simple e ingenua "mímesis complaciente" de los "hábitos alimenticios" del llamado "primer mundo", sin considerar los factores determinantes de clase, raza y geografía antes descritos (dejando de lado el mercado).
Así pues, como metáfora, los co-autores locales -si es que los hay, caso contrario e de cagarme en todas las 91 latas- de esta obra, habrán ingerido previamente alguno de los correspondientes productos prestigiosos (aceitunas, vino, jamón serrano, camembert, pesto, jd, café valdez, etc.), al tiempo que habrán leído textos teóricos universales, con fondo musical clásico, barroco o alternativo, sentados sobre sillas plegables o su equivalente, frente al mar o paisajes volcánicos, con copa en mano, vistiendo ropa fina o cool, en actitud crítica ilustrada, etc. Para evaluar luego, la "calidad" de su "residuo digestivo" (esto es una metáfora) en relación al proveniente del intestino extranjero, y así establecer objetivamente las características y el valor social a nivel global de la "merda d´artista quiteño".
"En un estudio realizado sobre 30 textos de "arte culto" de categoría “universal”, de edición reciente, europea y norteamericana, no se encuentra registrado ni un solo artista ecuatoriano o quiteño, del pasado o del presente -ni siquiera Guayasamín-, lo cual da cuenta de su exclusión absoluta del campo del arte mundial, y de su historia, génesis, circuitos y mercado"
LA JODIDA POSICIÓN SIMBÓLICA DEL ARTE QUITEÑO CONTEMPORÁNEO", FAUCE, 2013).
LA JODIDA POSICIÓN SIMBÓLICA DEL ARTE QUITEÑO CONTEMPORÁNEO", FAUCE, 2013).