El escultor piensa, teoriza, propone…
En el área escultórica como en muchas otras se pueden diferenciar dos campos de acción, uno teórico y otro práctico (ciencia y tecnología, por ejemplo). Si bien en la realidad la teoría se alimenta de la práctica y la práctica de ésta, en una unidad indivisible y perfecta, cual signo y significante.
Sin embargo, existe la “clásica” tendencia a considerar la superioridad de las ideas (teoría) “sobre” las manifestaciones estéticas que las encarnan (tekné) o del proceso manual para llegar a ellas. Se le da mayor importancia al discurso erudito, que a la obra plástica.
De allí que, en parte, en nuestro medio, las voces más visibilizadas y autorizadas sean las de los agentes teóricos, y no las de los ocupados “artesanos”.
Asumiendo esa supuesta imposibilidad, han sido los “hombres de letras” quienes han definido los parámetros oficiales por los que ha de transitar el arte, puntualizando desde su particular saber: temas, prioridades, lineamientos, estándares, etc.
Así, hoy nos vemos ante un debate:
1.- Mantener la tendencia que gana predominancia en nuestros días y en nuestro contexto, que consiste en: definir e imponer estándares, desde el eje teórico (unilateralmente), de manera autoritaria e importada.
o
2.- Visibilizar una demanda emergente: escuchar y encausar las propuestas emanadas desde el eje práctico-teórico (multilateralmente). Que sean los escultores y pintores quienes definan las vías temáticas que consideran importante transitar, de acuerdo a sus experiencias vitales individuales y a los factores socio-culturales circundantes, vinculados al campo del arte, de la política, de la ecología, la comunidad, las ciencias sociales, etc. Para de esa manera, por un lado, reposicionar simbólicamente la voz del artista, y por otro, evitar adaptaciones discursivas plásticas forzadas y apresuradas, impuestas por un evento (salón, bienal, etc.) que plantee un eje temático estrecho, emanado exclusivamente por “saberes satelitales” a la actividad artística, o desde la erudición de quienes jamás han hecho arte, al menos de manera sostenida.
Mario Fernando García