No se comprende el rol de la ficción: un recurrente, pintoresco y supuestamente “inútil” ejercicio del
pensamiento.
Normalmente se la reduce a la representación
de lo inexistente, de lo imposible, de los delirios; apartándola al
campo infantil o de las artes.
Su alcance es mucho mayor, por supuesto.
La ficción da forma a la sociedad entera, a sus imaginarios.
Da lugar a mitos,
a creencias, rituales, fiestas y religiones.
De fantasías está
constituida la opinión pública, la academia, los altos valores, el misticismo,
la noción de género y raza.
De fantasías se
cohesiona la familia, por ejemplo.
Sin embargo, es
en la creación artística en donde mayormente se la reconoce.
De allí, de ese
mundo "irracional", William Blake, Marc Chagal, Edgar Allan Poe, Isaac Assimov,
Picasso, etc., crearon sus obras pictóricas, escultóricas y literarias.
Y es que, en general,
el arte se encuentra atravesado por representaciones de lo ficticio, más allá
del ejercicio de mímesis al que buena parte de la historia occidental nos tiene
acostumbrados.
¿O acaso se fundamenta en la realidad el realismo clásico?
El arte es el
círculo en donde se evidencia con mayor vigor ese aspecto inherente a la condición
humana, alejándolo de la ciencia y del pensamiento objetivo, afirman.
Sin embargo, por
lo argumentado, la ficción incide sobre mucho más.
Incide sobre la creación artística, se ha dicho, pero también lo hace sobre la realidad en su conjunto.
Incide sobre la creación artística, se ha dicho, pero también lo hace sobre la realidad en su conjunto.
Incide, por
ejemplo, sobre los empeños investigativos y el desarrollo científico y tecnológico.
¿Por
siglos no ha fantaseado el ser
humano con la creación de dispositivos voladores?
¿No imaginó Julio Verne los viajes a la Luna?
¿No es la internet fruto de un delirio de conectividad mundial?
¿No es la internet fruto de un delirio de conectividad mundial?
De allí podemos afirmar que la
fantasía genera lo posible, y lo posible inventa la ciencia como técnica para lograr
su materialización.
¿No
fantaseaba Da Vinci al diseñar sus dispositivos mecánicos?
¿No es ésta la fuerza detrás de los empeños tecno-científicos por hacer realidad viejos relatos
de anticipación?
¿No es la
fantasía lo que anima todo proyecto desarrollista enfocado en crear una
realidad inexistente, apuntalada en ideales, a fin de cuenta en nociones
de espiritualidad y bienestar total?
¿No es la
fantasía aquello que sostiene los principios académicos, bajo la consigna: “el
conocimiento libera”?
¿Pero, cómo se sujeta un concepto líquido de libertad?
¿Desde qué epistemes?
¿Desde qué epistemes?
Así pues la
ficción crea realidades concretas que contradictoriamente la niegan.
De hecho, al parecer la
realidad se constituye de la suma de fantasías sistematizadas, socialmente articuladas, compartidas y avaladas, lo cual le otorga a ésta su característica de solidez.
El arte, en cambio, la pone de relieve como uno de sus recursos fundamentales, la reconoce y abraza:
el juego, la experimentación lúdica, el delirio, la contingencia, el hallazgo,
la escritura e incluso las ficciones académicas de tipo histórico y teórico.
¿No es la la teoría un conjunto de ejercicios especulativos fundamentados bibliográficamente en antiguos
delirios?
¿No es la historia una construcción multidimensional?
¿No es la historia una construcción multidimensional?
A fin de cuentas
el juego y jugar a ser teórico, científico, médico, ingeniero, artista, político o cura,
implica la creencia en relatos asumidos en una realidad que damos
por concreta.
De allí que abrimos
los ojos al mundo, de la mano de fantasías incorporadas por nuestros padres y por
quienes nos rodearon cuando pequeños...
...y elegimos ser
artistas...
...para nosotros, la
más bella, primordial y sólida de las ficciones.